Los países iberoamericanos hicieron este viernes en Guatemala un llamado a defender el multilateralismo y la integración, en momentos en que la región es sacudida por migraciones masivas de centroamericanos y venezolanos.
Los representantes de 22 naciones, que se reunieron en la XXVI Cumbre Iberoamericana en la ciudad turística de Antigua, respondieron al llamado de España realizado la víspera de abogar por la unión y el diálogo en una Latinoamérica en la que asoman críticas a las instancias internacionales, siguiendo la estela de Estados Unidos.
En lo que pareció una crítica velada al presidente estadounidense, Donald Trump, el gobierno español había convocado a defender de "ataques" a los organismos multilaterales, y a estar alerta por los auges nacionalistas y proteccionistas.
"Frente a la construcción de muros y discursos xenófobos, nuestra comunidad iberoamericana ofrece una alternativa basada en valores como respeto, solidaridad o el consenso", dijo el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, en su intervención este viernes en la edición XXVI de la conferencia.
Trump ha sido un crítico constante de las instancias internacionales. Expertos advierten que la ruta del estadounidense podría ser seguida por el presidente electo de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, cuyo respaldo absoluto al magnate ha sido hasta el momento la única luz clara de lo que será su política exterior.
Por ello, Sánchez consideró "más necesario que nunca" este espacio, que reunió a 14 mandatarios -entre ellos los de Brasil, Portugal y México-, tres vicepresidentes y el rey de España, Felipe VI. Chile tiene representación ministerial.
- Solución a los éxodos -
Mientras los dignatarios se reúnen en un exconvento católico, miles de centroamericanos huyen de la pobreza de la región hacia Estados Unidos, donde las autoridades han advertido que no son bienvenidos.
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, hizo un llamado "urgente" a la ONU para que atienda los flujos migratorios mundiales.
"Mi llamado es que ataquemos las causas estructurales, el origen del fenómeno, y eso pasa por provocar paz, oportunidades y prosperidad", señaló Hernández, a pesar de que algunos migrantes hondureños le recriminan la poca generación de empleo y no atacar a grupos criminales.
En la misma línea, Jimmy Morales, mandatario de Guatemala, defendió "propuestas de desarrollo para que las personas no se sientan obligadas a migrar y que por el contrario encuentren oportunidades en sus países de origen".
Tampoco pasó desapercibida la ola migratoria de venezolanos que escapan de la aguda crisis económica del país petrolero. Según la ONU, al menos 2,3 millones de personas dejaron Venezuela desde 2015, en el que considera el mayor éxodo de la historia reciente del hemisferio occidental.
"Lo visto actualmente es una verdadera tragedia humanitaria (...) necesitamos por supuesto una mejor respuesta de la comunidad internacional", apuntó la vicepresidenta colombiana, Marta Lucía Ramírez.
En los últimos dos años Colombia ha recibido a 1,2 millones de personas desde Venezuela, cuyo gobierno es reacio a aceptar la emergencia migratoria.
- Izquierda aislada -
Acostumbrada por años a una fuerte presencia del bloque socialista en los escenarios regionales, Iberoamérica fue testigo en esta ocasión del aislamiento de esta corriente y de una renovación de la derecha tras sus triunfos en Argentina, Chile y Brasil.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, cuya nación enfrenta una turbulenta crisis política, canceló a último momento su participación sin que trascendieran los motivos. La vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, que representaría a Nicolás Maduro, también declinó su asistencia in extremis.
El único representante del bloque fue el boliviano Evo Morales. Su apoyo en la cita fueron los cancilleres Bruno Rodríguez (Cuba), Denis Moncada (Nicaragua) y Jorge Arreaza (Venezuela).
Buena parte de las naciones asistentes cuestionan la "dictadura" de Maduro y han rechazado la violencia en Nicaragua, cuyo gobierno es señalado de reprimir con dureza a sus críticos y cargar contra movilizaciones con saldo de cientos de muertos.
"Nos encontramos sumamente preocupados y dolidos por lo que ocurre en la hermana República de Nicaragua", dijo el jefe de Estado costarricense, Carlos Alvarado, al tiempo que instó por una salida "pacífica" a la crisis en Venezuela.
Moncada consideró un irrespeto a "la soberanía, la independencia y la autodeterminación del pueblo nicaragüense" lo expresado por Alvarado, a quien consideró una "ficha" de Estados Unidos.
Arreaza, en tanto, aseguró que Venezuela y Nicaragua "son utilizadas permanentemente" como "cortinas de humo" para evadir los problemas internos de otras naciones.
Pese a la ausencia de Ortega, una veintena de nicaragüenses, la mayoría con los rostros cubiertos, demandaron a los gobernantes iberoamericanos condenar la represión en Nicaragua. "Tuvo miedo de venir; el viejo Ortega es un cobarde", dijo a la AFP una mujer de unos 40 años.
En la cumbre, los gobernantes aprobaron la declaración de Guatemala y 20 comunicados especiales en los que renovaron los compromisos sobre desarrollo y la Agenda 2030, asumidas por todos en 2015. Los documentos abordan temas como la migración y el refugio, el derecho al agua, la mitigación del cambio climático y el cierre de la brecha entre géneros, entre otros.
Además Guatemala entregó la secretaría pro témpore a Andorra, que en 2020 realizará la siguiente conferencia.